“Con CERES, estamos ayudando a mostrar el rumbo de una gestión multifuncional de los territorios que permita satisfacer las necesidades tanto de quienes viven en el bosque como de quienes viven del bosque.” Entrevista con Sébastien Chauvin

  • ¿Cómo surgió el proyecto CERES?

CERES es el acrónimo de «Conectividad de ecosistemas fluviales y forestales del espacio SUDOE». El proyecto tiene como objetivo identificar, a escala del territorio SUDOE, las conexiones entre ecosistemas. Los paisajes se componen de multitud de espacios naturales. Nos encontramos, pues, ante un mosaico de hábitats formado por bosques, arboledas, zonas agrícolas, con cultivos y zonas de pastoreo, pero también viviendas y zonas de actividad más o menos densas. En estos paisajes, los ríos y árboles de ribera juegan un papel fundamental como conectores espaciales, actuando como «cordones» entre los espacios naturales. Es en estos «espacios conectores», objeto de numerosas políticas europeas, nacionales y regionales (infraestructura verde), donde se centra CERES. 

  • ¿En qué medida afecta el cambio climático a los corredores ecológicos?

Esta “conectividad ecológica” permite a las especies animales y vegetales cubrir sus necesidades (alimentación, reproducción, etc.) pero también, en un contexto de cambio climático, poder migrar a zonas más favorables.

No se trata tanto del cambio climático como de cambiar los usos de la tierra. De hecho, esta conectividad entre espacios puede verse afectada por «puntos negros» que dificultan estas conexiones. Por lo tanto, debemos garantizar la calidad ecológica de los hábitats pero también la calidad de esta conexión. Por ejemplo, en Charentes, uno de los socios de CERES ha elegido como especie objetivo al visón cuyo hábitat privilegiado son los ríos y que se encuentra en peligro de extinción (esta es una especie con un estado de conservación prioritario según la directiva HABITAT de la UE). Así, trabajamos realmente para la supervivencia de la especie mejorando su hábitat y asegurando que su hábitat esté «conectado». Pero el punto positivo es que existe una conciencia global de los representantes electos, ciudadanos y administradores de áreas naturales en términos de preservación de la biodiversidad en Europa.

 

  • CERES se basa en el estudio de especies concretas: ¿qué especies habéis elegido?

Gracias a su capacidad de dispersión, las especies nos permiten calcular diferentes grados de conectividad de espacios naturales. Con CERES, perseguimos un doble objetivo: mejorar los hábitats naturales pero también mejorar los corredores que sirven de conexión. Por tanto, esto ayuda a preservar la especie. La elección de este último responde a la calidad de los entornos naturales prioritarios. Para ello hemos seleccionado especies «indicadoras» de la calidad del medio ambiente. Algunas se denominan «paraguas», es decir que tienen ciertos requisitos que al protegerlas protegemos toda una serie de especies particulares (fauna y flora). Está el visón europeo en Charentes, murciélagos en las Cévennes, hormigas, orugas y murciélagos en Portugal, el oso pardo en Castilla y León y el urogallo en Cataluña…. Varias de estas especies son especies patrimoniales que responden a contextos naturales muy diversos.

  • ¿Habéis sacado alguna conclusión sobre vuestros estudios?

CERES tiene como objetivo reunir las distintas herramientas existentes para crear un método común que nos permita estudiar la conectividad teniendo en cuenta las particularidades territoriales y elaborar estrategias de gestión adecuadas. En este momento, estamos creando mapas piloto de conectividad de territorios donde identificamos áreas para intervenir y garantizar que se mejoren los conectores.

En cuanto tocamos a los “seres vivos”, la temporalidad de los proyectos es compleja: es difícil evaluar el impacto real de las acciones realizadas durante el proyecto porque los tiempos de respuesta de los entornos naturales son muy diferentes a los tiempos administrativos y requieren más tiempo. Entonces, lo que hacemos, es desarrollar un protocolo que nos permitirá sacar conclusiones más allá de la vida administrativa del proyecto. Por otro lado, estamos desarrollando acciones de sensibilización y difusión, en particular a través de visitas in situ para asegurar un impacto a más corto plazo mediante la difusión de buenas prácticas.

  • Los propietarios de bosques son su público objetivo principal. ¿Cómo trabajáis con estos?

En Europa, la mayoría de las propiedades forestales son privadas y, por supuesto, los propietarios no están obligados a seguir nuestras recomendaciones. Además, existe una fragmentación significativa de la propiedad, con muchas propiedades pequeñas. Y ese es el objetivo del proyecto: no podemos «obligar», pero podemos asociarnos con organizaciones que asesoran a estos propietarios en su gestión. Con respecto a los bosques públicos, trabajamos con las autoridades locales y los administradores de los bosques públicos.

Hasta ahora los propietarios son cooperativos. Trabajamos en áreas de interés ecológico donde los propietarios están abiertos a recomendaciones.

  • ¿Cómo motiváis la inteligencia colectiva sobre el tema de la conexión ecológica? ¿Cómo os aseguráis de que se tengan en cuenta las recomendaciones de los propietarios, dado que estas últimas no necesariamente los benefician económicamente?

Tenemos buen feedback por lo que se refiere a nuestras acciones de difusión. De momento, estamos intentando demostrar que la aplicación de prescripciones ecológicas genera un precio pero sobre todo permite el desarrollo de la biodiversidad. Por lo tanto, lo importante es cuantificar esta aplicación.

En cuanto a los propietarios de bosques, es importante conocer el espacio en el que se está trabajando, realizando un inventario completo y resaltando así el interés ecológico de su bosque. Más concretamente, lo que estamos haciendo es aportar una nueva perspectiva sobre la riqueza de la biodiversidad que los sensibilice sobre estos temas. En general, la gente es receptiva y ve que es posible combinar la preservación ecológica y la valoración económica de la madera.

  • ¿Qué va a cambiar con CERES?

Veo la contribución de CERES al problema global de la preservación de la biodiversidad y la «infraestructura verde» como un mojón de montaña que ayuda a los excursionistas dirigiéndoles hacia los siguientes pasos. Aquí estamos ayudando a mostrar el rumbo de una gestión multifuncional de los territorios que permita satisfacer las necesidades tanto de quienes viven en el bosque como de quienes viven del bosque.

  •  CERES es un proyecto de cooperación transnacional, que involucra a socios de otros países, culturas y especialidades: ¿cómo es la experiencia?

La experiencia siempre es enriquecedora. Como líder o piloto de acciones, es importante saber canalizar información y popularizar contenidos. Por lo tanto, volver a formular sigue siendo clave! Pero sobre todo hay que saber estar abierto, crear vínculos y todo eso, ¡con buen humor!

  • Última pregunta para nuestros lectores deseosos de contribuir a la protección de nuestro medio ambiente: ¿qué podemos hacer concretamente, los que no somos especialistas en bosques, para mejorar las conexiones ecológicas?

Primero, intente echar una nueva mirada a la geografía de la ecología y comprender cómo funciona un paisaje, valorando la importancia de los conectores. Y luego, en la vida cotidiana, respetar los entornos naturales. Esto implica el consumo de productos agrícolas eco-responsables, provenientes de granjas extensivas y no intensivas, pero también productos de madera de manejo sustentable como, por ejemplo,  madera certificada o producida localmente.

Muchas gracias Sebastian!

Para más información: https://www.ceres-sudoe.eu/projet-es

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