30 años de Interreg: la juventud más cerca de la luna gracias a NANOSTAR. Entrevista con Filippo Cichocki

  • ¿Qué papel desempeñan los jóvenes en vuestro proyecto?

El proyecto NANOSTAR se desarrolla a través de varios tipos de desafío de ingeniería en los cuales el papel de los jóvenes estudiantes va variando. Algunos desafíos son de tipo competitivo: los estudiantes se registran para competir en un diseño preliminar de una misión de nanosatelite. Organizados en grupos, diseñan los principales subsistemas de un nanosatélite para conseguir los objetivos de dicha misión, y compiten con otros grupos de estudiantes de su misma universidad o de otras universidades participantes en la red NANOSTAR. Luego, existen otros desafíos específicos más independientes que son organizados por cada una de las universidades del proyecto y se enfocan en el diseño o desarrollo de una tecnología particular para nanosatélites, que puede ser un componente de comunicaciones, una estrategia de control o una plataforma de ensayos. Siendo su naturaleza muy variada, también las actividades desarrolladas en estos desafíos varían mucho.

 

  • ¿Qué importancia tienen estos desafíos para el buen desarrollo del proyecto?

Los dos tipos de desafíos propuestos en el proyecto constituyen actividades muy relevantes para un ingeniero que trabaje en el ámbito espacial.

Por un lado, los desafíos competitivos se asemejan a los procedimientos de la Agencia Espacial Europea para seleccionar las propuestas de misión espacial más prometedoras que así pueden recibir financiación para las fases de diseño detallado y alcanzar finalmente las fases operativas. El primer desafío competitivo de misión espacial, que se celebró entre febrero y mayo 2019, consistió en una misión de flyby a la Luna con nanosatélite, en la que participaron 15 equipos, reuniendo a más de 100 estudiantes. El segundo desafío competitivo, que acaba de terminar, se ha centrado sobre una misión muy distinta, caracterizada por una carga de pago (payload) con gusanos Roscoff, que permiten reciclar CO2 y producir O2, lo que resulta muy útil para el desarrollo de sistemas de soporte vital y control del ambiente (del inglés ECLSS: environmental Control and Life Support systems).

Por otro lado, los desafíos específicos comenzarán en las próximas semanas y permitirán a los estudiantes de cada universidad avanzar en competencias concretas relacionadas con las fases de diseño detallado de nanosatélites, que normalmente empiezan cuando un diseño preliminar de misión ha sido aprobado y una agencia espacial, como la agencia espacial europea, decide seguir financiando dichas actividades. Hasta el momento, se han organizado unos 30 desafíos distintos entre todas las universidades involucradas en NANOSTAR.

 

  • ¿De donde viene la idea de NANOSTAR? ¿Cuál es el valor añadido de contar con jóvenes para este proyecto?

Es un valor añadido muy grande. Primero, los jóvenes vinculados a este sector están muy motivados y tienen mucha pasión por lo que hacen. Y aunque no tengan una experiencia muy larga, son capaces, con asesoramiento, de realizar tareas de ingeniería muy avanzadas.

Por otra parte, en NANOSTAR creemos en la educación práctica hands-on, en la que los estudiantes desarrollen todas las competencias de su futuro trabajo como ingenieros espaciales de forma integral. En este sentido, los nanosatélites presentan una clara ventaja, no solo como herramienta educativa, si no por el interés intrínseco que despiertan en la industria, y que ha ido a más en los últimos años. Finalmente, y esto ha motivado la financiación de este proyecto SUDOE, existe un retraso tecnológico del sudoeste europeo en esta tecnología específica y no existe mejor forma de colmarlo que apostar por la formación de sus jóvenes.

 

  • ¿Qué le aporta NANOSTAR a los jóvenes que participan?

Es un punto muy positivo para sus currículums el poder participar en una competición pública para el diseño de un nanosatélite, financiada por la UE y que cuenta con fuerte participación. Además, el proyecto se beneficia del asesoramiento de expertos de universidades de prestigio.

Participar en estos desafíos les permite desarrollar conocimientos que quizás no se puedan desarrollar en un curso normal de universidad. Los estudiantes pueden poner en práctica sus conocimientos en el desarrollo de una misión espacial, ingeniería de sistemas, gestión de proyectos espaciales, o bien en el diseño detallado de un componente de nanosatélite, al mismo tiempo que aprenden a trabajar en equipo con otros estudiantes europeos. Los desafíos les enseñan a ser pacientes, rigorosos, organizar reuniones periódicas para avanzar en el diseño, saber responder a bajas en el equipo y otras contingencias.

 

  • ¿Cómo se organiza el trabajo con Universidades de distintos países?

Cada Universidad tiene su propia cultura de trabajo, y sus propias áreas de conocimiento en las que destacan, por lo que se complementan unas a otras. En la mayoría de los casos, los grupos de estudiantes son de las mismas universidades, pero también fomentamos la creación de algún grupo interuniversitario. Esto es muy positivo pues nos permite evaluar si es posible trabajar en equipo desde distintas universidades y que dificultades conlleva el diseño concurrente no presencial. Obviamente, la distancia física puede llegar a ser un obstáculo pero a través del proyecto, buscamos desarrollar metodologías de trabajo común y a distancia. Así, desarrollamos una plataforma software para diseñar nanosatélites, con las mismas herramientas, homogeneizando el proceso de desarrollo de nanosatélites.

 

  • ¿Cuál es el perfil de los estudiantes que participan?

Contamos mayoritariamente con estudiantes de ingeniería espacial pero también de otras disciplinas. Esto es indispensable, ya que la ingeniería espacial, de por sí, es plenamente interdisciplinar. El diseño involucra distintos campos de conocimientos. Así, por ejemplo, participan ingenieros electrónicos, de telecomunicación pero también, matemáticos.

Asimismo, contamos con una participación mixta en género aunque todavía no se ha alcanzado el nivel de igualdad deseado: en el último desafío competitivo, por ejemplo, han participado un total de 80 personas de las cuales, aproximadamente, 20 eran mujeres. Este dato está en línea con el porcentaje de mujeres en ingeniería de las universidades españolas (alrededor de un 25%).

Por otro lado, muchas universidades cuentan con asociaciones de estudiantes que se dedican a resolver problemas tecnológicos. Lo hemos aprovechado fomentando su participación porque probablemente sean los mejores candidatos ya que cuentan con estudiantes muy motivados, con mucha experiencia práctica y buscan lograr mayor visibilidad. Por ejemplo, estamos desarrollando uno de los desafíos específicos con la asociación STAR de la Universidad Carlos III que se dedica al desarrollo y lanzamiento de cohetes como plataforma para el testeo de componentes de nanosatélite.

 

  • ¿Cómo influyen este tipo de proyectos en la visión que tienen los jóvenes de la UE? ¿Cómo animarías a los jóvenes a participar al proyecto?

La participación en redes de este tipo permite exponer a los estudiantes a la forma de educar en otros países, y establecer contactos con otros estudiantes similares a ellos en el sur de Europa. Creemos que acciones de este tipo son muy positivas para reforzar el sentimiento de pertenencia a la Unión Europea de los más jóvenes. Vinculan Europa con oportunidades para el desarrollo de proyectos concretos.  

Sin lugar a duda, NANOSTAR es una gran oportunidad para poner en práctica lo que están aprendiendo en su formación académica, trabajar en equipo, y desarrollar competencias para trabajar en el futuro en una Europa cada vez más interconectada.

 

Muchas gracias Filippo! No dudéis en visitar la página web del proyecto y descubrir todo sobre los desafíos espaciales. También, os invitamos a descubrir los testimonios de Alejandro y David, dos estudiantes de la Universidad Carlos III que participaron en los desafíos.

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