¿En qué consiste Poll Ole Gi?
Se trata de un proyecto que promueve la biodiversidad en el medio agrícola y principalmente, de cultivos intensivos, muy extendidos en el suroeste europeo. Esta promoción de biodiversidad se hace mediante la creación de estructuras verdes. En nuestro caso, cuando hablamos de estructuras verdes nos referimos a la creación de islas dentro de los campos de cultivo. Estas islas tienen una vegetación adaptada a los polinizadores. Nos interesa que tengan una vegetación floral atractiva y que proporcionen alimento y refugio a esta comunidad de insectos el máximo tiempo posible. En Poll Ole GI, nos hemos enfocado en la biodiversidad de los cultivos de oleaginosas pues este tipo de cultivo necesita polinización por insectos y estas islas favorecen la polinización natural.
¿Con cuantas islas contáis? ¿Cómo se crean dichas islas?
En España, disponemos de 21 islas. Para su creación, se reserva una parte de la superficie agrícola para sembrar una mezcla de 12 semillas previamente probadas. Estas semillas resultan atractivas para los polinizadores; les producen una alimentación equilibrada y florecen más o menos de forma continua, desde finales de marzo hasta el periodo de floración del girasol que aquí se encuentra entre junio-agosto. En las islas, aplicamos compost para que haya un medio más enriquecido aunque no siempre sea necesario ya que, normalmente, son campos de cultivo donde quedan nutrientes residuales y todas estas plantas, en general, no demandan muchos nutrientes. También, instalamos nidos de polinizadores en las islas que son un conjunto de cañas, de tamaños variados, para que los polinizadores puedan establecerse ahí.
Actualmente, se habla de la desaparición masiva de los polinizadores. ¿Por qué estan desapareciendo? ¿Cuáles son las consecuencias?
Es un problema muy grave. ¾ de los cultivos más habituales, de los que dependemos, necesitan precisamente de la polinización entomófila. Entre las causas, está el cambio climático. Es evidente que hay una alteración del ritmo de las estaciones y de alguna manera, se está desacompasado el ritmo gemológico de la vegetación del ritmo fenológico de los insectos que antes estaban asociados. Todo esto es inevitable: el cambio climático es real y no parece que seamos capaces de revertirle pero tenemos que hacer algo para mitigarlo. Otra de las causas está relacionada con el tipo de agricultura que practicamos: es una agricultura muy intensiva, que usa tóxicos que, aunque se controlen más y se hayan reducido mucho, son compuestos tóxicos que permanecen y se transmiten al polen de las plantas y a partir de ahí, afectan a los insectos como a los polinizadores. Por ello, es importante tomar medidas: nosotros hemos hechos ensayos con biochar, similar al carbón vegetal, que actúa como elemento barrera. Otra medida es la tomada por nuestros socios franceses que estudian el efecto de la reducción de herbicidas para que en los propios campos de cultivo haya una mezcla de vegetación espontánea que ayude a dar recursos a los polinizadores cuando no hay flor.
¿En qué medida la cooperación transnacional resulta benéfica al proyecto?
Nosotros nos centramos en una tipología de cultivos comunes en el entorno del suroeste europeo. Nuestras realidades climáticas son distintas pero los mecanismos de estudios, como el inventario de polinizadores, se han llevado a cabo siguiendo la misma metodología. Esto es muy importante porque a veces uno se encuentra con pérdidas de biodiversidad difíciles de comparar pues las metodologías de estudio empleadas eran distintas.
¿Este modelo es exportable a otras zonas de Europa?
Si. De hecho, vamos a sumar nuestros datos a datos en abierto, probablemente a través de una publicación científica que esté a disposición de la comunidad internacional. Es evidente que existe un interés pues hay pocos estudios de este tipo sobre el mundo agrícola, sobre todo en el interior peninsular.
Estamos viviendo un momento de activismo climático importante. Con el 15M hemos visto a los jóvenes exigiendo un freno al cambio climático, los gobiernos apuestan por proyectos ecológicos, etc. ¿en tu opinión, que medidas podemos tomar para frenar lo que está ocurriendo?
La primera medida podría ser diversificar los cultivos y establecer, mediante rotación de cultivos, una ruptura en la uniformidad de especies. Y sobre todo, hay que poner el mayor número de frenos posibles a la generalización de patógenos de nuestras agriculturas. Cuanto más diversa sea nuestra agricultura, más limitadas serán las agresiones al medio. También, respecto al cambio climático, se pueden aplicar otras metodologías. Se habla mucho de agricultura de conservación, que se puede combinar por ejemplo, con coberturas vegetales. En España, se usan y promocionan los barbechos asemillados, es decir, no dejar la tierra sin cultivar sin protección vegetal.
A nivel europeo, ¿qué medidas te parecerían oportunas para la protección de los polinizadores?
Lo importante sería que se cuidasen los márgenes multifuncionales, es decir establecer zonas de transición entre las zonas cultivables y naturales; y los corredores también.
¿En qué proporción están desapareciendo los polinizadores y en qué proporción un proyecto como Poll Ole Gi puede frenar esta desaparición?
Estamos ahora ante la desaparición masiva de insectos, los meta-análisis estipulan que estamos ante la desaparición de en torno al 70% de la biomasa de insectos lo que es muy preocupante. Disponemos de datos cuantitativos que muestran que en nuestras islas, la cantidad de polinizadores incrementan de forma significativa.
¿Cuál es tu parecer respecto al futuro de los polinizadores?
Tenemos agricultura cada vez más tecnificada con por ejemplo drones que hacen trabajos de polinización, en invernaderos se utilizan otras especies para lograr la polinización, en otros cultivos se poliniza a mano, etc. Pero para una agricultura intensiva estos sistemas son imposibles. Lo que tenemos que utilizar son herramientas poco costosas y naturalizar lo que hemos destruido.